En el centro histórico de Tavira, cerca del Rio Gilão, se levanta un edificio del siglo XIX que hoy acoge una vivienda luminosa, confortable, de líneas claras y atmósfera diáfana en la que bulthaup conforma el corazón del hogar. Sin embargo, conserva resonancias de otros tiempos. El poeta y periodista Isodoro Manuel Pires, nacido justo antes de iniciarse el siglo XX, habitó largos años el palacete, cuya planta baja albergaba la imprenta del periódico Povo Algarvio, del que era propietario junto con su hermano. Pero hace ya décadas que el olor a tinta desapareció y el silencio sustituyó el traqueteo de la linotipia. El edificio esperaba una nueva vida.
Hay casas cuyas resonancias transmiten una intensidad singular, y cuando el matrimonio que hoy habita la vivienda se encontró con la propiedad, lo que había sido una creciente fascinación por Tavira se convirtió en el firme propósito de reformar el antiguo palacete para convertirlo en su residencia permanente. A continuación, tras llamar a un teléfono anotado al azar paseando frente a una obra cercana, se potenciaron las resonancias: la afinidad con la arquitecta Ambra Zotti, de Superflashstudio, permitió seguir un concienzudo proceso de preparación de la obra, desde la concepción de los nuevos espacios interiores hasta su encaje con los requisitos de una construcción catalogada y protegida por su alto valor arquitectónico.
Se restauraron las fachadas, se rehicieron las carpinterías respetando el estilo original, y se conservó, como guiño al pasado, la placa con el logotipo del periódico del que en otros tiempos fue sede.
El espacio disponible para la cocina era limitado, pero la solución ofrecida por el equipo de bulthaup Citrina, Tavira, en consonancia con Superflashstudio, concentra todo lo esencial –cocción, agua, electrodomésticos– en un gran frente mural en el que el tono gris platino de los módulos hallan su contrapunto en el panel mural del nicho y los marcos laterales, de un gris pedernal más oscuro que aporta profundidad al conjunto.
A su derecha, una isla colocada junto al tabique de vidrio de la escalera ofrece una zona de trabajo y almacenamiento adicional, delimitando a la vez el espacio de la cocina. En el centro, una mesa de madera maciza es el punto de encuentro de la familia y los amigos con quienes comparten cenas, comidas, recuerdos, planes, calma y alegrías. Ahora, la vida es más luminosa.