En la siguiente conversación, Filipa Fortunato irá reflexionando sobre temas tan diversos como el equilibrio, la meditación, la comida macrobiótica, la suerte y el azar, los sueños hechos realidad, la importancia de compartir, la familia o la pasión por la cocina; también nos hablará de su relación con su cocina bulthaup.
Desde que era una niña siempre he estado buscando el equilibrio. Siendo diabética, la necesidad de cuidarme a mí misma en medio del ajetreo de la vida diaria resultaba indispensable. En el yoga y la meditación encontré mi manera de energizar mi alma y equilibrar mi día. La comida es muy importante para equilibrar mi diabetes y la filosofía macrobiótica mejoró mucho mi bienestar; el centrarme en la preparación de las comidas y en su elaboración me aportó además un placer a la hora de cocinar que no conocía.
Soy una persona estética, busco gente hermosa, lugares hermosos, música hermosa... la belleza me inspira. La arquitectura tiene una base cultural e histórica que adoro; nos muestra y aclara "el porqué" de los lugares, de las experiencias, de modo que, a partir del resultado final, podamos entender todo el proceso. Eso es lo que me encanta, ¡el proceso! La base que obtuve en la escuela de arquitectura me aportó el conocimiento para desarrollar nuevos proyectos en todos los ámbitos de mi vida. Me entusiasma el proceso de dar vida a un proyecto de principio a fin.
Creo que la suerte la buscamos nosotros mismos al aceptar los desafíos sin escatimar energías a la hora de hacer realidad nuestros sueños. António y yo siempre quisimos tener un hotel pequeño donde compartir con los huéspedes nuestros objetos, muebles, historias y estilo de vida. Esta fantasía comenzó a hacerse realidad el día en que António llegó a casa y me dijo: "Filipa, vamos a trasladar el estudio de arquitectura a otro lugar. ¿Por qué no utilizamos el edificio para hacer el hotel?". Yo no me lo pensé dos veces y le contesté: “¡Adelante, hagámoslo!". El azar nos deparó la oportunidad de hacernos con ese hermoso lugar pero la suerte la potenciamos nosotros desde el momento en que António lo convirtió en su estudio. Luego llegó nuestra decisión de cambiar de vida y embarcarnos en este proyecto de hospitalidad que es Casa Fortunato.
Llevamos casados 21 años y en el transcurso de este tiempo hemos ido coleccionando piezas de arte, objetos, muebles, lámparas y otras cosas que nos encantan. Cada una de esas piezas tiene detrás una historia llena de recuerdos, ya se trate de recuerdos familiares o personales. Nos encanta el relato de cada una de ellas; es como adentrarse en la genealogía secreta de la familia…
Además, el compartir es algo que Antonio y yo nos tomamos muy en serio. Creemos que "todo lo que no se comparte se echa a perder", por eso para nosotros es una suerte poder compartir lo que amamos con los que vienen a visitarnos a Casa Fortunato. Creemos que son esas emociones y esos recuerdos plagados de historias los que convierten Casa Fortunato en un lugar especial y único.
Nuestra experiencia como huéspedes nos había enseñado que, para conocer la realidad de cualquier hotel, el director debería pasar al menos 24 horas seguidas en él. Por eso, para lograr el nivel de calidad y excelencia de nuestro proyecto, queríamos vivir en Casa Fortunato. Queríamos vivir nuestro sueño las veinticuatro horas del día, siete días a la semana, para conocer a los huéspedes, sus necesidades y expectativas y satisfacerlas al cien por cien.
¡Cocinar por primera vez en una cocina bulthaup fue magnífica! ¡GUAU! Sentir las texturas de los materiales, la organización de la cocina, los detalles de cada pieza, la suavidad con que se abren y se cierran puertas y cajones, el diseño de los utensilios, tan ergonómico... Todo ello, sumado a la estética de cada elemento, da un sabor especial a cada plato que preparo.
Descubrimos bulthaup estando en la Universidad, aunque entonces tener una cocina así era algo que no creíamos a nuestro alcance. Pero, al materializarse Casa Fortunato, tuvimos claro cuál debía ser la cocina. Dada la exigencia del proyecto, no hubiera tenido ningún sentido instalar otra cocina que no fuera la mejor. ¡Una bulthaup!
Fotógrafo: Adrian Pedrazas Profumo